Los envases y el plástico están siendo "trending topic" durante este último año, la nueva ley 7/22 de residuos y suelos contaminados y la cercana entrada en vigor del Real Decreto que concretará el alcance de la norma van a generar un cambio real de la forma que teníamos de pensar en los envases.
Durante estos últimos años el plástico ha sido utilizado por múltiples industrias para todo tipo de usos, la industria del automóvil, textil, construcción, alimentaria, armamentística, etc., con una alta capacidad para adaptarse a las necesidades de diseño y a las aplicaciones de todo tipo.
Los argumentos a favor del consumo de plástico son muchos, entre ellos está la seguridad alimentaria, la mejora de los sistemas de transporte, de la distribución y logística de productos, y la versatilidad de opciones de consumo, entre otros.
En el caso de la alimentación el uso de plástico ha sido imprescindible para mejorar la degradación de los productos, manteniendo su seguridad y calidad en el tiempo.
Sin embargo, a estos materiales no se les exigió que fueran fácilmente degradables o que fueran materiales reutilizables. Los materiales plásticos por su definición anterior eran materiales destinados a un uso efímero y temporal, sin evaluar su futuro.
Nadie lo había planteado, el futuro o lo que ocurría después de usar este material a nadie le importó porque los recursos parecían ilimitados y además eran baratos.

En los últimos años y por la necesidad de realizar un cambio completo a la forma de producir, se estudia el cambio de este tipo de material por otros que puedan formar parte de una economía circular.
Todo “bien” producido se analizará desde una visión completa y el objetivo será extender al máximo la utilidad y el valor de los productos, elementos y recursos en general, y está inspirada en el modelo cíclico de la naturaleza, donde nada se desperdicia y todo toma una nueva utilidad.
La industria para responder a esto comienza a desarrollar nuevos materiales que deben de cumplir la premisa de proteger el alimento y mantener sus características, así como ser fáciles de transportar y mantener los costes de producción más o menos igualados.
El consumidor quiere un cambio de material, un cambio real en los envases, pero manteniendo las condiciones y las características del producto.
Las opciones entre un material reutilizable, reciclable o compostable irá en función de las necesidades del alimento, fabricación y las exigencias de consumidor.
El reto está en conseguir ofrecer un buen producto que sea honesto y sostenible por dentro y por fuera.
Podemos clasificar la sostenibilidad de los envases desde distintos puntos de vista. Por un lado, hay que analizar cuál es la fuente natural de origen para producir ese envase, si se puede reutilizar y por último si se puede reciclar.
Así hablamos del ciclo completo de vida de un envase que viene condicionado por cuánta energía se consume en estas dos etapas: fabricación del envase y de reciclaje del envase una vez usado.
Otro factor importante es que ocurre cuando se recicla el material, lo óptimo es que el material pueda volver a utilizarse en el mismo tipo de uso industrial y no se devalúe su valor.
¿Qué hemos hecho en RobinGood?
En nuestro propósito también está la coherencia con todo lo que hacemos, no podemos ser una empresa de #compraconproposito y valores sociales sin tener en cuenta nuestro entorno.
Somos responsables de los productos que ponemos en el mercado y así entendemos nuestra misión, como un todo.
Para nosotros la elección de un envase adecuado es algo muy importante, queremos que nuestros productos sean sostenibles al mismo tiempo que sean seguros y mantengan las características organolépticas del producto (olor, color, sabor).
Siempre buscamos la forma de innovar y adaptar nuestros envases a los materiales y procesos óptimos con el objetivo de ofrecer el producto más sostenible para todos.